Aliento cuenta con prólogo de Antonio Colinas (Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2016), quien reconoce lo inquietante de esta publicación, no sólo por su aspecto formal sino por insertarse en una tradición que abreva en múltiples registros desde el Libro de Adán y Eva, el Poema de Gilgamesh, el suicidio de Safo, la poesía de Vallejo, el tiempo memorioso, entre otros para entramar una poética que anda tras la huella de lo vivido y que, a la par, en su dar testimonio abre la rendija hacia lo inasible. Universo poético que no elude la escritura como un acto amoroso y que también habla de lo brotado en una de sus imágenes más emblemáticas: lo quemado, y de ahí el constante doblez de ser otro siendo el mismo: del roce del fuego al nudo primordial que provoca el viaje hasta alcanzar el vislumbre del lobo, que enmascara lo temible y que usurpa lo cotidiano.