Algo de lo mucho que se ha dicho sobre aquel momento se me quedó grabado: todos podíamos ser artistas. Más de cinco décadas después, parece una realidad que va saltando de rama en rama, de muro en muro, de tuit en tuit. La distancia entre la poesía y la calle parece que se acorta y nunca como hoy es cierto aquello de que todo está en todo. Tal vez por ello, en el paisaje de la poesía ya no es políticamente correcto distinguir las liebres de los gatos, porque ya no hay liebres ni gatos sino un animal mestizo.