Instantáneas invadidas por la luz, atravesadas por el viento, fijadas por la gravedad de las piedras: este nuevo libro de Malva Flores es un pausado asedio a la piel del mundo, materia que los ojos de la poeta reconocen como perfectamente visible, aunque muchos la dejen de ver. Y la materia, iluminada por dentro, le devuelve a la poeta el reflejo de sí misma, de tal manera que al nombrar el mundo (árboles, papalotes, niños, playas) se autorretrata, como sucede siempre con la buena poesía. ?Luz de la materia?, libro gobernado por la mirada, es también una pasión táctil y sonora: en cada poema se reconoce, amorosamente, la integridad de las cosas, la sustancia (verbal y material) de que están hechas. Y luego, admitiendo que "no somos de razón" para aprehender las cosas, la poeta canta, se abandona a la sensualidad y se hace voz.