Las lesiones deliberadas perturban profundamente, mucho más que las conductas de riesgo, que sin embargo plantean la hipótesis nada desdeñable de morir. A la inversa, una persona que se hace marcas está lejos de poner su existencia en peligro. Pero la lesión corporal deliberada, o autolesión, impacta al espíritu porque da testimonio de una serie de transgresiones insoportables para nuestras sociedades occidentales. Este libro de David Le Breton, uno de los antropólogos más destacados de las últimas décadas, nos ofrece una manera de repensar las autolesiones más allá de lo profano u horroroso. Le Breton busca comprender las múltiples interpretaciones que se anudan alrededor de estos actos que van desde lo delictivo hasta lo sagrado. Si hacer correr la sangre es otra prohibición que se transgrede, ya que para muchos de nuestros contemporáneos su mera vista provoca desmayo o terror, asimismo cortarse es un juego simbólico con la muerte por el hecho de que imita la propia muerte, el juego con el dolor, la sangre y la mutilación.