Llamaba Sheindla-Sura Leibova Salomoshak-Bluwstein, aunque la historia la recuerda por su apodo: "Soñka, manos de oro". Había nacido en Varsovia en 1846, y a finales del siglo xix se convirtió en una leyenda por sus ingeniosas maneras de estafar. Ocupó las portadas de los diarios más leídos de la época: la llamaban "Diablo con falda", "La versión femenina de Robin Hood" o "La zarina del crimen". Engañaba y robaba a los hombres ricos en los hoteles de Odesa, Moscú y San Petersburgo, en las joyerías y en los trenes. La atraparon en 1888, y cumplió condena en la isla de Sajalín. Se decía que quien entraba allí jamás regresaba: así ocurriría con Soñka, que murió en prisión en 1902. Pero antes hubo un juicio. Un juicio polémico y popularísimo en su tiempo, cuando Soñka -manos de oro- evocó la historia de su vida: una memoria bien diferente a aquella que la prensa había divulgado sobre ella. Natalia Litvinova reconstruye en estos poemas la biografía de Soñka, sus soledades y sus amores, su relación con un mundo que ella dividió entre quienes robaban y quienes no. Soñka, manos de oro es un libro sobre el poder y el dinero, sobre el valor de lo material en contraposición con el valor de aquello que no logramos retener. Un extenso poema narrativo, fragmentado y lleno de ambición, que plantea un viraje en la trayectoria de Natalia Litvinova.